
Ah, pibe, haceme acordar que te lea
la confesión de Ivonne Guitry, es algo grande.
Julio Cortázar: Rayuela.
Cabaret Palermo, París, 1928. La luminosa cabellera de Ivonne, atrae el repetido enjambre de señores. Son tiempos de poderío latino y París no se resiste a ser conquistada por Carlos Gardel. De noche, en los salones, París era Ivonne.
- Mi familia, que pertenecía a la clase intelectual húngara, quedó sin fortuna cuando llegó la posguerra. Por mi educación, yo no podía convertirme en una humilde dactilógrafa. No sabía qué rumbo tomar en la vida. Entonces apareció el príncipe encantador, un aristócrata de la alta sociedad.
Me casé con él, con toda la ilusión de la juventud, a pesar de la oposición de mi familia, por ser yo tan joven y él extranjero. Viaje de bodas por París, Niza, Capri. Luego, el fracaso del sueño. No tenía a quien contar la tragedia de mi matrimonio: un marido que, en lugar de hijos, me deja una enfermedad incurable. Ya tengo dieciséis años y viajo como una peregrina sin rumbo. Egipto, Java, todo el Lejano Oriente, en un baile de máscaras donde ocultar mi alma rota. Nos radicamos finalmente en la Côte d’Azur. La sociedad cosmopolita de los casinos, de los dancings, de las pistas hípicas, me reverencia. Un bello día decidí separarme. Así, abandoné el hogar y me fui sola hacia el mundo. La fiesta de las mimosas en Cannes, el carnaval florido de Niza… Tenía dieciocho años y vivía en París, sin rumbo definido. París de las orgías y los francos sin valor. Paraíso de extranjeros, donde cada día nacía un nuevo cabaret que les hiciera desprenderse de los billetes. Sola en París.
Para suavizar mi desgracia me entregué de lleno a los placeres. En los cabarets llamaba la atención porque siempre iba sola, a derrochar champaña con los bailarines y propinas con los sirvientes. No tenía noción del valor del dinero. Entonces empecé a buscar lugares exóticos, sudamericanos de tinte moreno.
Terminada la actuación, el cantor recibe la invitación de acercarse a su mesa y hacia allí cruza el salón. Después, su guitarrista no puede evitar preguntar.
- ¿Quién es la rubia? Es hermosa.
- Nada menos que una marquesa. Dice que le gusta como canto. Y ya me invitó a su casa. ¿Qué te parece?
Se frecuentaron. Los unía la mutua atracción exótica y un simétrico halago: un cantante argentino, figura del momento, con una hermosa y joven aristócrata. Ella no sabía que estaba entrando en un juego más peligroso que el de sus noches de cocaína. No podía saber que Ivonne Guitry empezaba a ser el tango Madame Ivonne.
- Aquella amistad creció con otras noches, otras confidencias, a través de los campos floridos. Ese hombre iba entrando en mi alma. Sus palabras de seda vulneraban mi indiferencia. Me volví loca. Mi pisito lujoso estaba ahora lleno de luz. No volví a los cabarets. Era mi primer amor. Pero él amaba divertirse en el círculo de sus íntimos.
Gardel amaba tanto a su grupo de amigos que hasta lo trasladó a París. Su concepto de la amistad no se diferenciaba del favor y la entrega, y esto incluía el tiempo destinado a ellos. Si hay un aspecto irrefutable en su misteriosa vida, es su generosidad proverbial. También amaba, por supuesto, a su madre Berta, una planchadora que lo llevó a Buenos Aires cuando su hombre la abandonó dejando sin padre al pobre Charles. Tenía una gran debilidad por el turf y por su caballo “Lunático”. Gustaba del fútbol y del boxeo. Y sostuvo su traumática relación formal con su novia Isabel del Valle, ayudando económicamente a ella y su familia durante años. Pero su vida la consagró verdaderamente a su arte, a su trabajo. Cuando se vio en la pantalla por primera vez, abochornado por su exceso de peso, comenzó un feroz plan de ejercicios hasta modificar íntegramente su cuerpo. Llegó a grabar, durante seis meses, un promedio de un disco por día, agotando a músicos y técnicos con su conocido perfeccionismo. Y estaban las presentaciones, el cine, la radio y la permanente creación de melodías. Tenía muy en claro que su vida de artista no podía permitirle una vida de pareja. Cuando le preguntaron si estaba a favor del divorcio, contestó: no estoy a favor del matrimonio. Y ahí está Ivonne, persiguiéndolo como a un ensueño, por teatros, bares, cabarets. “¡Charlot! ¡Charlot!” Apenado por la situación, Carlos decide dejar de escapar. Y ante las promesas de amor y oro, responde cuidándose de no confundir elocuencia con crueldad.
- Mi simpática Ivonne, hablás como un libro abierto, que yo me tomo el atrevimiento de cerrar. Porque… ¿De qué vale que me tengas a tu lado si la simpatía que te tengo no alcanza a nivelar la pasión que dices sentir por mí? A cariño igual, sería otra cosa. Incluso, debes comprender que no es digno de un hombre aceptar el amor de una mujer que, además, dé cheques.
Teatro Principal Palace, Madrid, 1929. Aunque más atractiva que las otras, Ivonne es una damita más en el bar. Pero da unos nerviosos mordiscos a la boquilla dorada de su Muratti y la afectación deja entrever en las mesas contiguas, su pasado de noches sin días. La voz que le habló aquella noche, en París, no logró hacerla olvidar de aquella otra voz, la que canta como nadie. Muy por el contrario. Esa voz fue como el sino de su suerte, y ha decidido transformarse en su sombra.
- Por supuesto que él no lo sabe. Si lo supiera, yo sería una más. Y yo, monsieur, estoy por encima de todas. ¡Mon petit Charlot! No me canso de oírlo. Cuando por la noche vuelvo a mi cuarto de hotel, me doy por muy bien pagada si lo he oído cantar tres o cuatro canciones. Tengo una enfermedad incurable, recuerdo de aquel vil asiático. Quiero seguirlo hasta que mi vida se marchite.
La puerta se abre y aparece en el umbral la figura de Gardel. Como en París, como en la Costa Azul, como en Buenos Aires, su sonrisa invicta muestra la alegría de un triunfo eterno. El cantor sigue su camino al escenario. Ivonne se levanta y lo sigue, perdiéndose detrás de la cortina de terciopelo rojo.
Teatro Real, Bogotá, 1935. Carlos cumple parte de su gira por Latinoamérica. No importa saber si fue casual o no, la coincidencia de Ivonne en la misma ciudad. Ese sábado 22 de junio, como tantas veces, piensa en ir a visitar a Carlos a su camarín. Siente de un modo inexplicable que esta vez tendría que hacerlo. Como cuando lo perseguía a Dauville, al Negresco, a los reservados del Gran Casino du Mediterranée, en donde Carlos frecuentaba a Chaplin o a la Baronesa de Wakefield. Pasaron tantos años. Además, ella también parte para Cali pasado mañana, y tiene en su bolso dos pasajes para el avión de la compañía alemana Scadta. Su secretaria debía quedarse en Bogotá por compromisos comerciales surgidos a último momento. Lo que le causaba ese extraño impulso a presentarse en el camarín de Carlos sería, sin dudas, este hecho fortuito. Este sino de su suerte.
Pero una vez más comprendió que se estaba engañando y desestimó la posibilidad. Además, pasaron tantos años.
- Si mi cariñosa camaradería con Carlos se hubiera renovado… Tengo derecho a creer que, aprovechando la oportunidad del pasaje en blanco, el no hubiera ocupado su sitio en el avión de la Saco y hubiera viajado en el de la Scadta, llegando conmigo a Cali.
Cuando se enteró de su muerte, Ivonne probó suicidarse con pastillas. Los médicos no la dejaron.
Ilustración y texto: Claudio Brutto
Muy bueno el blog Sérpico! Como me pediste dejo mi comentario aquí y no en el Facebook. No mezclemos este espacio cultural con comentarios de amigas cuarentonas de la primaria.
ResponderEliminarAbrazo!
encontré tu blog casualmente.Leyéndote se me pasó el tiempo. Una grata sorpresa refugiarme en tu entramado de buenas palabras, dosis de ironía justa y ese amor por las frases con el que me hiciste emocionar.
ResponderEliminarPor nuevas escrituras!!
Un beso
lauradebaires
Laura: Somos dos los de la grata sorpresa. No hay nada mejor que unas palabras cariñosas que vienen de no sé donde. Sobre todo porque me animan a seguir publicando. Así que, te agradezco mucho tus palabras. Ojalá yo pueda publicar regularmente y vos ser una visitante asidua.
ResponderEliminarUn beso y más gracias.
Claudio.
ESTIMADO REDACTOR, ENCONTRÉ ESTE BLOG POR CASUALIDAD, LLEVO LARGO RATO LEYENDO ESTOS RELATOS QUE POR MOMENTOS SENTÍ VIVIRLOS COMO SI ESTUVIERA SIENDO PARTE DE ALGUNAS DE LAS ESCENAS.
ResponderEliminarESPERO SIGA PUBLICANDO MAS.. LA MEZCLA DE SU FLUIDA IMAGINACIÓN Y TOQUE DE IRONÍA, HACE QUE ESTO SEA MUCHO MAS QUE UNA SIMPLE PUBLICACIÓN.
Muchas Gracias
ResponderEliminarTe escribo después de mucho tiempo Claudio... hacerlo se cumple eso que le llamó movimiento brownideos.
ResponderEliminarEs grandioso!
Espero recibas mis saludos.
Otho.